HISTORIA DE UNA SINRAZÓN
Mi marido tenía siete años,
siete años y una cesta de pescados,
yo ni siquiera había nacido
en una tierra que de tan lejana
tampoco se hubiera enterado
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No es un poema, ni siquiera es prosa lo que quiero escribir, es un retazo histórico de un pueblo y de una guerra entre hermanos de la que el mundo apenas si se acuerda.
La prensa de la época se hacía eco de los sucesos(1). Una treintena de víctimas y cientos de heridos en una de las acciones más incomprensibles de una guerra: la venganza contra el más débil por un hecho, en el que el condenado que debía ser ejecutado no había siquiera intervenido.
A las 5.30 de la mañana del 31 de mayo de 1937 las bombas cayeron en Almería sobre la población desprevenida; había mujeres y niños haciendo cola frente a los puestos de racionamiento.
Tenemos el privilegio de oír la voz de los protagonistas, de los que sobrevivieron a una guerra despiadada donde el odio dividió familias, cortó amistades y dibujo heridas que aún hoy y aunque se quiere pensar que están cicatrizadas, con apenas un roce comienzan a sangrar.
Desde 1936 a 1939 España fue un enorme campo de fusilamiento, un escenario de escarnios donde los dos bandos en pugna olvidaron que todos habían nacido dentro de las mismas fronteras.
La historia, la que está escrita y la otra, la de la gente común que saca a relucir recuerdos resulta tan dolorosa que no podemos menos que estremecernos cuando alguien nos dice (2) (3) … allí, en ese farallón rocoso que lame el mar (paraje de La Garrofa) traían a los que iban a fusilar para que cayeran al agua y así… así ni siquiera había que cavar fosas comunes.
Las fosas comunes que hoy siguen gritando que hubo una época en la que la enajenación se apoderó de los hombres. Y están también los paredones, y las tapias de los cementerios, las que conservan olor a sangre aunque ya sus piedras se hayan disgregado dando paso a la España nueva.
Y están las mujeres humilladas (4) y los niños con hambre; las iglesias quemadas, las monjas violadas, y los exilados en Francia, recluidos en campos de concentración.
Y la incertidumbre, el tormento, el sufrimiento que se tendía como un manto sobre las gentes sin importar el bando. Pero no era un manto protector. No había abrigo bajo ese manto, sólo lágrimas y desesperación.
En aquella España, en aquella Almería, todos se sintieron lastimosamente vejados.
Era una España dividida y Almería había quedado del lado Republicano. La misma situación geográfica y su escasa ubicación estratégica hizo que el ejército de Los Nacionales. La obviaran casi hasta el final de la contienda. El frente de batalla estaba no estaba alejado y las ‘purgas’ eran pan de cada día.
Pero el pan de harina, alimento casi imprescindible, ese faltaba de la mesa de los ciudadanos como faltaba casi todo, o se encontraba en cantidades ridículamente escasas.
En una España empobrecida y hambrienta, Almería representaba la miseria.
Francisco Capulino (conocido artísticamente como Capuleto) renombrado pintor de prestigio internacional, actualmente residiendo en Madrid, recordaba aquel tiempo en que la comida del día consistía para él en un puñado de algarrobas molidas y un vaso de agua por la mañana y, con suerte encontrar algunas frutas silvestres, esencialmente higos, chumbos, granadas, almendras para saciar el hambre durante el resto del día.
Quizás en aquella época hasta pudiera sentirse contento de tener ese puñado de harina de algarroba porque como recuerda, había quién no lo tenía.
Capuleto me habla de aquel bombardeo del que pocos conocen la historia, cree que debería reivindicarse por parte de los almerienses, reclamando una indemnización del gobierno alemán como lo hicieron los vascos por su Guernica.
También recuerda la miseria de entonces y la de los años posteriores y el trigo que tiempo después envió Perón desde Argentina.
No importa si a cambio España pagó con su patrimonio, para los españoles hambrientos aquello fue la salvación. Mi marido me ha explicado muchas veces que hubieran muerto muchos cientos de españoles si no hubieran tenido aquella ayuda. Muertos por inanición en lo que hubiera sido una hambruna descontrolada.
Podemos entonces entender porqué los españoles se sienten identificados con Argentina. Para aquellos millones de desventurados de una España aislada internacionalmente y sin plan Marshall, los barcos cargados de trigo les devolvieron la vida.
Pero volvemos a aquella mañana de un 31 de mayo de 1937.
Mi marido tenía siete años,
siete años y una cesta de pescados,
yo ni siquiera había nacido
en una tierra que de tan lejana
tampoco se hubiera enterado
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Treinta y un muertos y cientos de heridos y el recuerdo imborrable en la mente de un niño de siete años.
Enrique había acompañado a ‘la Chacha’ para, mientras la una hacía una cola con la cartilla de racionamiento en la mano, el niño iba ‘a la cola del pescado’. Ya había recibido la ración correspondiente, cuatro pescados medianos que llevaba en un cesto de esparto, dirigiéndose hacia donde estaba la mujer.
Una de las bombas cayó no muy lejos suyo y la onda expansiva le quitó el cesto de las manos. A su corta edad no alcanzaba a comprender lo que ocurría aunque ya sabía lo que era huir a los refugios cuando sonaban las sirenas antiaéreas.
Enrique no podía pensar que estaba viviendo uno de los demenciales insucesos de la guerra civil y después de aquella explosión que por la cercanía le había parecido la mayor, se preocupó de recoger los cuatro pescados caídos en la calle. En esa tarea estaba cuando al levantar la vista vió rodar delante suyo la cabeza de un guardia municipal aún con la gorra puesta.
La historia vista por ojos infantiles, nunca olvidada y recordada por un adulto que como muchos otros que vivieron aquella época, siente la necesidad de olvidar rencores que lamentablemente, España parece encaprichada en no olvidar a pesar de que se niega a recordar la historia que pocos parece, recuerdan.
La comunidad internacional condenó el ataque. En Almería eran sepultados los muertos. Hoy rescatamos un poema del poeta chileno Pablo Neruda queriendo creer que la palabra ‘siempre’ conque lo finaliza tiene el real significado que encontramos en los diccionarios: “en todo y en cualquier tiempo” el recuerdo siempre presente y el olvido latente.
Graciela Vera
Almería, en el sur del norte, 26 de julio 2004
• Foto de la época tomadas por el fotógrafo almeriense Ruiz Marín y publicada en el libro ‘Mujeres en Guerra, 1936-1939’
• Bombardeo alemán de Almería el 31 de mayo de 1937
(1)
Tercera Resistencia. España en el corazón
El 5 de julio, podíamos leer este poema que Neruda dedica a la ciudad de Almería, tras el terrible suceso ocurrido en la madrugada del 30 de Mayo de 1.937, en el que la ciudad fue bombardeada por un barco alemán)
Un plato para el obispo, un plato triturado y amargo,
un plato con restos de hierro, con cenizas, con lágrimas,
un plato sumergido, con sollozos y paredes caídas,
un plato para el obispo, un plato de sangre de Almería.
Un plato para el banquero, un plato con mejillas
de niños del Sur feliz, un plato
con detonaciones, con aguas locas y ruinas y espanto,
un plato con ejes partidos y cabezas pisadas,
un plato negro, un plato de sangre de Almería.
Cada mañana, cada mañana turbia de vuestra vida
lo tendréis humeante y ardiente en vuestra mesa:
lo apartaréis un poco con vuestras suaves manos
para no verlo, para no digerirlo tantas veces:
lo apartaréis un poco entre el pan y las uvas,
a ese plato de sangre silenciosa
que estará cada mañana, cada mañana.
Un plato para el coronel y la esposa del coronel,
en una fiesta de la guarnición, en cada fiesta,
sobre los juramentos y los escupos, con la luz de vino de la madrugada
para que lo veáis temblando y frío sobre el mundo.
Sí, un plato para todos vosotros, ricos de aquí y de allá,
embajadores, ministros, comensales atroces,
señoras de confortable té y asiento:
un plato destrozado, desbordado, sucio de sangre pobre,
para cada mañana, para cada semana, para siempre jamás,
un plato de sangre de Almería, ante vosotros, siempre.
Pablo Neruda
(2)
En el libro “Mujeres en Guerra. Almería, 1936-1939” la escritora e investigadora Sofía Rodríguez López escribe:Pese a la pasividad, en todo caso, del “Comité de No Intervención”, la noticia adquiría relieve internacional gracias, entre otros medios, a las informantes rusas que llegaron hasta Almería junto a brigadistas soviéticos, asistiendo al panorama desolador de la “desbandada”, como popularmente se la conoce. Así lo retransmitía la traductora M.Levina:
“¡Cuántas muertes, niños, ancianos y personas inocentes fueron muertas en este éxodo!. Tras la caída de Málaga, el Cuartel General del Frente Sur se estableció en Almería. Aquí V.I.Kiselev ayudó a la organización de las tropas replegadas. En esta importante plaza portuaria, rica en tradiciones revolucionarias, se concentraron varios miles de refugiados, la mayor parte permanecía a la intemperie, pues las autoridades de la ciudad se encontraban desbordadas, incapaces de proporcional techo a una masa tan grande d personas. A pesar de todo ello, se observó en todo momento un gran orden en la ciudad. Los comités de los partidos se encargaban de la evacuación de los huidos. Había que hacerlo lo más rápidamente posible, a fin de evitar más víctimas. La ciudad estaba sometida a bombardeos diarios desde el mar y desde el aire. Fue particularmente cruel el bombardeo del 31 de mayo de 1937, efectuado por buques militares alemanes, y eso que en Almería no existían objetivos militares”.(3)
El bombardeo alemán al que hacen referencia las traductoras rusas, con énfasis y cierta exageración por su parte (ni los bombardeos eran diarios ni se aniquiló a la población), sería el otro gran hito que jalona el triste devenir de la guerra en Almería. El 31 de mayo de 1937, cuando la ciudad empezaba a acomodar a los refugiados malagueños, dispersos por todo el arco mediterráneo, la población se despertaba con los ataques de la escuadra teutona. La causa argumentada: venganza por el bombardeo del acorazado de bolsillo “Deutschland” en aguas de Ibiza, por los aviones republicanos.
A las doce del mediodía, se contabilizaban ya 19 muertes, entre ellas 5 mujeres y un niño, 55 heridos y una cuarentena de casas destruidas. Así lo rememoran ellas.
Dolores Bueso: “Nosotros nos fuimos a un cortijo que teníamos ahí, en Sierra Alhamilla, y allí terminamos de pasar la guerra, y entonces,… el bombardeo alemán. Vimos los siete barcos que bombardearon Almería, que estuvimos viendo el bombardeo desde allí. La primera bomba nos pilló en la cama, pero la segunda nos pilló en el porche del cortijo… allí mirando…”
A Pilar Cassinello le sorprendió el bombardeo cuando estaba trabajando en “Villa María”, donde se había instalado el hospital inglés de Huercal: “Entonces fue el destructor alemán el que vino y ése sí arreó y mató a mucha gente. Pues eché a andar para ver a mi madre, a ver qué es lo que pasaba en Almería. Y mira, fui pisando cristales desde el cementerio hasta aquí al centro, y no me encontré con casi nadie. Es decir, que estaba Almería solitaria, solitaria, solitaria, de cómo estaba la gente de asustada”.
Sofía Rodríguez López, autora del libro “Mujeres en Guerra, Almería, 1936-1939” nos permite tener una visión de aquellos años. Transcribimos diversos párrafos:
Además, es muy destacable la relación familiar existente entre las reas (madres, hijas, hermanas), que serían sorprendidas en sus domicilios por sus “actividades desleales” en colaboración la “quinta columna” o, simplemente, por ser esposas e hijas de miembros de los partidos de la derecha y “agentes subversivos”. (Pág. 164)
Por último, respecto a la peor de las represiones, la que conllevaba la muerte, hemos consultado un informe emitido de 1943, en el que aparecen tres mujeres y tres menores, entre el total de 716 víctimas de la represión republicana alegadas durante el franquismo.
Por su parte, en la “Relación numérica de asesinados con ocasión de la rebelión marxista, en Almería y su provincia, con separación de sexos, edad y profesiones, de octubre de 1945, firmada por el fiscal instructor, junto a los 686 varones que se enumeraban, entre 16 y 83 años, se adjuntaban 5 mujeres, que, a tenor de la clasificación laboral realizada, debieron ser dos adoratrices y tres amas de casa. (Pág. 166)
Desde el campamento de Jubiles, el 31 de octubre del 36t, un miliciano narraba como llegaron hasta su avanzadilla, unos vecinos de Pórtugos. Ana López García, de 25 años, respondía con timidez y angustia a sus preguntas sobre la represión protagonizada en la Alpujarra por el ensañamiento de los seguidores de Acción Popular:
“Primero mataron a mi padre por el terrible delito de ser socio del Centro Obrero. A mi, por ser hija, me cortaron el pelo a rape y me prohibieron bajo pena de muerte que saliera a la calle. Lo mismo hicieron con todas las hijas, madres, hermanas, compañeras de los trabajadores del pueblo”. (Pág. 158)
Sofía Rodríguez López nació en Alhama, provincia de Almería en 1977. Es licenciada en Humanidades por la Universidad de Almería y becaria del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes. Cursó estudios de doctorado en el Programa “Poder y Sociedad en la España Moderna y Contemporánea” realizando su trabajo de investigación sobre el papel de las mujeres en Almería durante la Guerra Civil, dirigida por el profesor Rafael Quiroga-Cheyrouze.
Por el libro que consultamos y del que tomamos párrafos para ilustrar la historia que pretendemos contar, Sofía obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados y el Premio Memorial Blas Infante.
(4)
Cuando escuchamos hablar a los de izquierda sobre lo que fue la guerra civil podríamos pensar que todas las atrocidades se cometieron por parte de los Nacionales pero si el recuerdo viene de la otra acera, de la de los derechistas, el horror parecería haber sido implantado por los Republicanos.
¿Cuál fue el primero que tomó venganza sobre la población civil?
¿Qué bando fue el que primero consideró a la mujer como el instrumento para, a través de su humillación, destruir la moral del bando contrario?
¿Porqué en toda guerra la violencia sexual se convierte en un arma?
Los testimonios son aberrantes.
Sofía Rodríguez, utilizando importantes fuentes de investigación, tarea a la que se dedicó exhaustivamente para documentarse con datos fidedignos extraídos de archivos, periódicos y el más importante, el testimonio de las protagonistas, escribe en “Mujeres en Guerra. Almería, 1936-1939”.
“Ayer de mañana llegaron a nuestras posiciones varias obreras evadidas de Frente Carretero en unión de sus hijos (…) Una jovencita de 17 años se acerca al grupo y afirma que ella también viene de Córdoba y que si la han pelado no le importa, pues su novio que es miliciano, ha de vengar ese acto salvaje de los rebeldes. Continúan exponiendo algunos hechos y dicen que a los niños por el sólo motivo de levantar el puño les cortaban los brazos” 86
Profundizando en la cuestión, el 6 de octubre se publicaba en portada una entrevista con una de esas mujeres que consiguieron escapar de la muerte, Adoración Vázquez Moya, de 30 años, quien repetía la crónica de los hechos:
“Como medida general a las mujeres las conducen a la barbería de “el niño muerto” y las hacen pelar. A otras les hacen beber medio litro de aceite de ricino, y cuando no hay, éste es suplido por gran cantidad de agua caliente (…). No se conforman con cometer el atropello sino que éste es exhibido “para que sirva de ejemplo”. Cuando han cometido un canallesco acto de violación hacen que todas las mujeres, al son de la música vayan a presenciarlo. No respetan edades ni sexos” 87
Finalmente, en otro relato de un evadido de Gibraltar, se describía el crudo retrato de una mujer, apenas salida del parto, a la que asesinaron con el bebé sujeto a su pecho:
“La fusilaron en un paredón inmediato a la cárcel, después de haberse mofado de ella, después de escarnecerla. La mujer, fuerte y heroica, lanzó toda clase de maldiciones sobre sus ejecutores y dio vivas a la República antes de caer, atravesadas sus carnes y la carne de su hijito, por el plomo fascista” 89
….. La represión contra las mujeres, constituía un agravio no sólo para su persona, sino también para su familia y los miembros de su clase.
La mutilación de los genitales y los pechos, como símbolos de su potencial capacidad creadora, venía a vulnerar lo más preciado del cuerpo de las mujeres. La privación de libertad, al no poder salir de sus propias casas, reincidía en la esclavitud del espacio privado y del silencio. Por último, los “rapados” y los purgantes, se unían al escarnio de los paseos públicos restándole todos los atributos de su “feminidad” e hiriéndolas en lo más hondo de su ser. 90
3. b. La venganza sobre las derechistas
en la retaguardia republicana.
Como indican estas últimas palabras, no obstante, la represión fue repetida e imitada en los dos bandos porque, a pesar de las diferencias ideológicas, todos combatían por un mismo suelo. Las mujeres, conceptuadas de la misma forma, como objeto sobre el que expiar los delitos del enemigo, sufrirían así también del lado republicano, condiciones terribles que la prensa almeriense nunca plasmó en sus páginas. Muchas de ellas, madres con hijos pequeños como las obreras, fueron encarceladas por los tribunales populares, en los que tampoco parece que hubiera representantes femeninas. Así lo atestiguan los testimonios de algunas vecinas de Almería, defensoras de los rebeldes y su “moralidad cristiana”.
María Cassinello: “Mi abuela fue juzgada y estuvo presa en “Gachas Colorás” por “fanática religiosa y beata civil”. ¿Por qué?, por repartir propaganda fascista que eran los bonos de la tienda-asilo, para que fueran a comer la gente de las cuevas. Bueno, y el día del juicio, cuando terminó dijo “quédense ustedes con Dios”, y mi madre dijo: “la fusilan”. “Gachas Colorás” era la cárcel de mujeres de la barriada de “Los Molinos”. 92
No obstante, las colaboradoras de la sublevación de los nacionales, atestiguaron tormentos horrorosos como apaleamientos, amenazas, reclusiones por espacio de un mes totalmente incomunicadas, vigilancia permanente, registros con los cuerpos desnudos, proposiciones deshonestas, etc.; incluso aparecen varios testigos que llegaron a presenciar como se colgaba a una mujer de una baranda en la presencia de su marido, para golpearla brutalmente 103. En otros casos, la represión de los cuerpos femeninos era doblemente amarga, al sorprender a mujeres embarazadas y hacerlas abortar o, en el caso de los testificantes varones, sobornarles con el propósito de “abrir las barrigas de sus mujeres” para matar a los hijos que estaban engendrando 104.
En relación a estas informaciones, sabemos que las dos religiosas procedentes de Almería murieron en Madrid y que otra de las víctimas era una mujer llamada Catalina Pardo, perteneciente a la Izquierda Republicana y que fue asesinada en los primeros meses del conflicto junto a su marido, por criterios dudosos. También se cita a Amalia Heredia, mujer gitana de Paterna del Río, a la que los vecinos mataron junto a su familia por racismo y no por su implicación política en los acontecimientos de la guerra civil.
Por otra parte, aunque ya hemos advertido la crítica a la que debe someterse tanto la documentación de la Causa General como la información aportada por la prensa republicana o las fuentes orales, totalmente tendenciosos, no podemos dejar de consignar las declaraciones de que disponemos. Tal es el caso de los informes sobre Carmen Godoy Calvache, vecina de Adra y que, hoy por hoy, es la única víctima mortal “probable” de la represión en la retaguardia republicana almeriense. Este es uno de los testimonios:
“Entre todos los asesinatos perpetrados por los rojos merece destacarse el de Doña Carmen Godoy Calvache cuya señora se encontraba residiendo en Madrid a cuya capital fueron en su busca los elementos rojos de Adra por orden del ya citado Comité revolucionario y trasladada a este pueblo desde aquella capital; siendo encerrada en calidad de presa en la casa de su propiedad que había sido incautada por el repetido comité y era el local donde éste se había instalado. Que en una de las dependencias de la citada casa y en lugar visible para el público se instaló una jaula en la cual fue encerrada la Doña Carmen Godoy Calvache completamente desnuda, siendo constantemente víctima del escarnio y el ultraje no sólo de los miembros del Comité, siendo también de cuantos elementos rojos acudían al citado lugar. Que no contentos con ello la perversidad de los elementos marxistas antes citados llegó al extremo de encerrar en la citada jaula juntamente con la referida señora y también desnudo, a un imbécil del lugar, ya fallecido, apellidado Checa (…).
Que como persona más directamente encargada de la vigilancia de la referida señora doña Carmen, figuraba una miliciana afiliada a la CNT de la que sólo sabe que se llama Adelina y de la que tiene noticias que ha sido condenada por los Consejos de Guerra Y que en la actualidad se encuentra cumpliendo condena en una prisión de mujeres.
Que la referida doña Carmen Godoy permaneció en tan triste situación, víctima de constantes ultrajes y malos tratos hasta que por orden del repetido Comité revolucionario de Adra fue asesinada en el mes de Diciembre del año mil novecientos treinta y seis, diciéndose en el pueblo que la crueldad de los asesinos llegó al extremo de enterrar viva a la referida señora. Que la Doña Carmen Godoy Calvache era una señora dignísima y bondadosa que hacía mucha caridad a los necesitados, creyendo el que relata que el encono que los marxistas le tenían era debido a la acentuada religiosidad de la doña Carmen Godoy, persona muy afecta a la Causa”.110
3. c. El final de la guerra y “la gran represión”
Al finalizar la guerra, la represión se generalizaría en el “otro bando”, convirtiéndose en la más dura de las venganzas. Sin guardar contemplaciones sobre las tradicionales fronteras impuestas por la edad y el género de las “esencialmente madres” 112, la prensa nos va dejando el rumor de la violencia desaprensiva de los rebeldes y el odio “incivil” de la resistencia antifascista. Estas son las palabras de un vecino de Vélez Rubio, que sin duda debemos considerar con cierta reticencia, al menos en cuanto a sus estimaciones estadísticas:
“De dominar este pueblo los fascistas hubieran asesinado a mil quinientas personas (según la población), entre hombres, mujeres y niños. Eso lo afirmo yo que lo se por dolorosa experiencia. ¿Qué exagero? Eso creía yo, que era una exageración; pero la realidad me hizo comprender hasta el grado de criminalidad que llegan esos malvados, asesinando a cuanto cogen a mano, sa anciano, inválido, “significado” o por “significar”; violando mujeres y escarneciéndolas, pelándolas y dándoles un purgante que consiste en medio litro de aceite ricino con pan. Luego les ponen “UHP” en la frente con un hierro candente y se mofan de ellas paseándolas por las plazas y calles más importantes de la población” 113.
Muchas de estas mujeres serían las responsables de partidos políticos de izquierda de toda la provincia ……………………………………………………… ……………………… ………………
En el archivo del Juzgado Militar de Almería se encuentran informes completos sobre varios centenares de mujeres almerienses condenadas desde tres a doce años de prisión, algunas de las cuales consiguieron conmutar las penas de muerte que se imputaron a las políticas más destacadas o a familiares de los representantes de la autoridad republicana…………………..
86 BROTONS, Joaquín, “Hablando con unas mujeres evadidas de Córdoba”, en ¡ADELANTE!, 4-x-1936.
87 AGUILERA. A., “La bestialidad fascista. Charla con una mujer evadida de los dominios facciosos”, en ¡ADELANTE!, 6-x-1936
89 “Un sargento de la Guardia Civil pone fin a la despedida con una brutal bofetada”, Emancipación, 16-VII-38.
90 Diario de Almería, 23-I-1937: “A las mujeres les cortan el pelo a rape, dejándole un moñito en la coronilla, en donde le ponen un lazo rojo y las pasean por las calles de la ciudad”.
92 Entrevista con María Cassinello (8-I-2001)
103 Ibid. Declaraciones de los Fol.. 41, 232 y 233. “Ultrajando a las mujeres se puede quebrantar y desmoralizar
a los hombres. La violación a menudo ocurre ante los ojos de la familia y de la comunidad. En este sentido es un ataque contra todos, aunque son las mujeres las que sufren físicamente y llevan el peso de la vergüenza y el ostracismo social” (PANOS INSTITUTE, Armas para luchar, brazos… Op., Cit.; p.16)
104 AHN.: Causa General de Almería, Pieza Cuarta -4- Checas, Caja 1161-I (Folios 106, 195 y 193).
110 Declaración del testigo: Antonio ortiga Hita, Director de la Azucarera de Adra y condenado por alta traición a la República y espionaje (Almería, 11-12-1940).AHN, Causa General. Tomo I, Nº 172. EL presunto autor del crimen, por su parte, confesaba que después de matar a Ramón Godoy, “dieron muerte a una señora de esta, llamada Doña Carmen Godoy Calvache, a la que después de toda clase de vejaciones y violarla, en su presencia hicieron la zanja para enterrarla y con una pala dieron varios golpes y la lanzaron dentro, enterrándola sin saber si era viva o muerta”. Nos reservamos su identidad por respetar la privacidad del que fue concejal y dirigente de la CNT de esa localidad (Adra, 23-1-2940. AHN, Causa General de Almería. Tomo I. Folio 1283.)
112- Diario de Almería: 6 y 7-1-1939. NADAL, Antonio, (“Experiencias psíquicas sobre mujeres marxistas
malagueñas. Málaga, 1939”, en Las mujeres y… Op., Cit; p.344) ha estudiado los expedientes médicos de las cárceles donde fueron encarceladas las mujeres cuya lealtad a la República fue calificada de patología. Su edad era “15 a 20 años de edad: 6 (12%; 21 a
113 GARCIA PARTIDA, J., “Por Vélez Rubio no pasó la revolución”, en Juventud Consciente (27-III-1937) Más información en “Relato de unos evadidos. Un monstruo fascista”. Emancipación (14-1-1938)
Podríamos seguir ¿para qué?, los dos bandos son culpables y juzgarlos quizás vaya más allá de los hombres.
G.V.
(Con el horror y el temor ante un odio que aún hoy, se percibe latente entre los españoles)
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