No es fácil describir un duende como tampoco es fácil captar todas las modulaciones de un ave canora. Por ello me resulta tan difícil escribir sobre José Sorroche, el artista; porque de Sorroche, el amigo, podría escribir páginas enteras.
Y no es que del artista no haya tantísimo que decir. Es simplemente que me resulta difícil encontrar las palabras que describan una voz privilegiada y el ‘duende’ necesario para arrancar la ovación del público por un cantaor que a pesar de su sabor a triunfo la fama no logró someterlo.
José Sorroche Gázquez es libre y se recrea en su arte llevándolo donde y cuando quiere y entre quienes quiere; y disfrutando siempre de su Almería, la que enmarcó en letras de tarantos y la que eligió como la ciudad en la que quiere vivir.
Precisamente en la vida de José Sorroche podemos resumir el flamenco de las últimas cuatro décadas almerienses. Tarantos, malagueñas, peteneras, soleás…, en su voz elevan el cante jondo a lo más sentido dentro de un estilo propio, con una fuerza que conlleva una delicada pureza de un arte reservado para selectos.
Sorroche, Pepe para los amigos y para los flamencólogos que le admiran y se deleitan con su voz nació en Almería el 9 de octubre de 1941, comenzó a cantar siendo muy pequeño y aún adolescente supo el significado de la palabra éxito.
AL ARTISTA LO HACE EL ENTORNO
Nos encontramos en la sede de la Peña Romeros de la Virgen del Mar en el paraje conocido como El Quemadero de Almería.
El propio Sorroche nos llevó a ese lugar para realizar la entrevista; un sitio donde el ‘jondo’ parece emerger de cada poro de la roca en la que está tallada la cueva que sirve de asiento a la sede social.
José es el tercero de los hijos de Pepe y Antonia. Sus padres regentaban el bar del Mercado Central y al recrear esos años nos dice que “en aquella época todos los aficionados de Almería que cantaban, cantaban en ‘mi bar’”.
Porque por entonces, nos cuenta durante una extensa y agradable charla entre tapeos y anécdotas, se cantaba en los bares “y yo eso lo viví desde los cuatro años”.
-¿Crecer en ese entorno despertó tu vocación?
-“Si, seguro que fue el entorno. Yo creo que el lugar donde la persona se cría, el ambiente donde se mueve influye… si no a todos a mi por lo menos sí.
Aquel era un ambiente de fiesta, de cante y de vivencia de las gentes que cantaban, no porque fueran artistas, sino porque eran aficionados y entonces aquello me llenaba; el entorno en general me llamaba la atención…” y no le quedan dudas en reafirmar que fue ese ambiente que bebió desde muy niño lo que modeló al cantaor de hoy.
Las letras brotaron de su garganta hechos canto y a los diez años, ya con ‘experiencia de cantaor’, integró como solista los grupos de Coros y Danzas de Educación y Descanso. De esa época nos dice:
-“Bueno, no cantaba exclusivamente flamenco, por entonces yo cantaba todo lo que veía y lo que escuchaba en la radio; la afición al flamenco puro y duro llegó a partir de los 14… quizás 15 años, escuchando los discos antiguos de vinilo… de pizarra… escuchaba a ‘La Niña de los peines’, ‘Paco Barranqueta’ y a toda aquellos cantaores y en mí se despertaba un poco más la afición.
No tiene dudas, el artista no nace sino que lo hace el entorno donde vive
–“Es el que te marca, si en tus vivencias desde pequeño encuentras flamenco, lo normal es que te guste el flamenco. Por allí se comienza, luego si quieres ser artista, entonces tienes que hacerte artista”.
Y el artista con mayúsculas nos confiesa que el nunca se ha sentido artista.
Él, sobre el que podríamos hacer un artículo sólo enumerando los muchos premios obtenidos; que fuera galardonado con dos lauros codiciados por los mejores: la Medalla de de Oro de la Junta de Andalucía y el Escudo de Oro de la Diputación de su tierra, Almería, se muestra con la humildad de los grandes pero sin poder ocultar la exigencia para con él y para con sus colaboradores que le marcan en todas sus presentaciones.
LOS COMIENZOS
Hablar con Pepe Sorroche de su infancia es un cúmulo de sorpresas y de anécdotas.
Quizás desde pequeño pagó el tributo de ser ese artista que él dice no sentir que lo es.
El flamenco exige y atrapa. Las redes estaban echadas para atraer al mundo del cante al niño y el niño dispuesto a dejarse atrapar, pero ese mundo casi mágico cierra puertas a lo que es común a otros, como son los amigos de la infancia. – “De aquella época, época de muy mal estudiante porque yo a la escuela iba muy poco, apenas lo necesario, no rescato amigos”.
Con un vaso de wisky en la mano, Pepe Sorroche se recrea en el recuerdo.
Los ‘novillos’ o rabonas formaban parte repetida de su niñez; prefería escuchar a los cantaores a enfrascarse en los libros. –“Conocidos muchísimos pero amigos íntimos de aquella fecha… no, realmente no. Por entonces existía una especie de desvío, algo que en aquellos tiempo sonaba raro y que era el flamenco y yo desde que tenía ocho o nueve años buscaba a la gente que más o menos a mi me interesaba...”
Con apenas diez años y con varios premios en concursos infantiles de emisoras locales pasa a integrar como solista los grupos folclóricos de ‘Coros y Danzas de Educación y Descanso’ con los que actúa en países de América Central y el Caribe, casi toda Europa y muchos de África.
De esa época hace mención a uno de los directores… -“…el jefe que había, López Lupiañi, era un hombre extraordinario, muy preocupado por la cultura y tenía, tanto grupos de teatro como zarzuelas y también grupos folclóricos a los que yo pertenecía como cantaor”.
Contaba unos quince años cuando creó ‘Los Jilgueros’, un trío con el que Sorroche, Domingo Garbín y Alfonso Salmerón en la guitarra salieron a la conquista de España.
-“Con Los Jilgueros empezamos en Berja… éramos muy jovencitos, quince años cada uno. En aquel tiempo si tenía la ilusión de ser artista, en primer lugar porque la aventura a mi me ha gustado siempre… y aquello era una aventura; con esa edad nos fuimos a Barcelona… estoy hablando de finales de los cincuenta y la verdad es que aunque pasamos penurias, no las notábamos, tuvimos suerte, era ese afán de aventura…”
Y aquellos chiquilines a los que no les importaba trabajar en una fundición, o como nos dice José, - “…en lo que fuera. Trabajábamos por la mañana, por la tarde íbamos a la academia a estudiar los cantes, las canciones que había y después, por la noche íbamos a las actuaciones que salieran…el grupo duró poco tiempo, un año…”, en ese poco tiempo, en ese año llegaron a actuar en Televisión Española, a grabar dos discos y realizaron varias giras por distintas provincias de España.
Sorroche nos explica porqué Los Jilgueros dejaron de cantar: - “Cuando ya había vivido algo de esa aventura comencé a aburrirme un poco. La verdad es que ese no era mi sitio. No me gustaba y decidí volver a Almería y seguir con el flamenco puro y duro…”
LOS PREMIOS
Los premios que recibiera el niño cantaor parecen esfumarse en la memoria. Incluso los de la época más brillante de su carrera debemos buscarlos entre papeles que hablan de su persona porque Pepe Sorroche, el purista del cante, el que tiene aleteos en la voz, no se preocupa de ellos.
-“Recuerdo el primero porque para mi era muy importante ya que era a nivel provincial. Fue en Berja, en el concurso organizado por una emisora local. Era con Los Jilgueros, me dieron el primer premio y ese, la verdad que me hizo mucha ilusión, tendría 15 o 16 años”.
Pretender recordar todos los galardones que recibió en su trayectoria artística Pepe Sorroche resultaría una muy ardua labor, quizás y como para muestra basta un botón, a más de las distinciones otorgadas por las Juntas de Andalucía y la Diputación de Almería sólo vamos a mencionar el primer premio en el apartado de malagueñas y cantes de Levante y el segundo premio en el apartado de cantes por soleares y de Cádiz obtenidos en el Concurso Nacional de Arte Flamenco en 1968 y que trazan los comienzos de una línea notoriamente ascendente en su trayectoria.
Como saetero su consagración tuvo como escenario la peña El Taranto de Almería en el Primer Concurso Nacional de Cante por Saetas, género en el que se consolidó en un concurso posterior organizado por la peña El Morato y que le llevó a grabar el disco ‘Seis Saeteros’.
-“Todos los premios halagan porque ¿a quién no le gusta más o menos culminar una labor con un premio?”
¿Qué sentiste cuando recibiste la ‘Medalla de la Ciudad’, otorgada por la Diputación de Almería?
-“Que te den un premio en Almería, que te reconozcan en tu tierra es importante, pero el que más ilusión me hizo fue el primero, el Escudo de Oro de la Junta de Andalucía, porque aquí estamos hablando de toda Andalucía… pero el de Almería es también un premio importante…; ilusión, entonces, los dos”.
-¿Porqué se recluye un grande dentro de los límites de su provincia?
-“Por exigencias de la vida. Mis padres me dejaron el pequeño negocio de bar que tenían y yo lo regenteaba cuando faltó mi padre. Después me casé no muy joven, tuve dos hijas y eso me obligaba, primero a atender el comercio que era el modo vivendi mío, después a atender mi casa, mis hijas, mi mujer… soy un hombre casero; pero además aquello no me ha interesado porque mi forma de vida la he tenido siempre, más o menos resuelta. Ir a Madrid para ganar quinientas pesetas diarias no me interesaba… prefería ganarlas acá y estar al lado de los míos”.
Por un instante no podemos menos que pensar que Madrid y España toda han perdido la oportunidad de escuchar su voz pero no alcanzamos a decirlo porque su explicación nos regresa al momento actual.
-“Admiro a la gente que se ha dedicado a éste y otros géneros del arte y vive de ello. Es algo muy difícil. Hay quien ha subido a la cima de la fama a costa de muchas cosas, yo lo admiro, pero no he sido capaz de hacer lo mismo. Quizás por eso no me he sentido artista en el buen sentido de la palabra”.
A comienzos de la década de los setenta grabó su primer disco apadrinado por otro grande: José Menese que es considerado el mayor representante de la escuela mairenista, caracterizada por la extrema ortodoxia en el cante, y que fue quién le llevó a la RCA.
-“Ahí fue donde yo parí mis primeros cantes, entre ellos un taranto que es muy reconocido, una taranta también importante y una soleá… de los que no recuerdo ahora los títulos”.
Debemos recurrir a la búsqueda en archivos para rescatar la información. La discografía de Pepe Sorroche es extensa, comienza antes, con dos singles con ‘Los Jilgueros’ en 1958; en el 71 grabó un larga duración y tres singles. Se suman los discos de larga duración en 1976, en el 78 cuando también grabó otro con tres temas; y sigue agregando cantos a la discografía en el 79, 88, 91, 96, 98, 2000 y 2003 y seguro que la lista no se detendrá aquí porque la magia de su canto, la fuerza de su voz, el quejío de sus tarantos reclaman emerger en surcos que se desparramen por todos sitios para que, como él lo hiciera una vez… ahora sean otros los que aprendan a cantar jondo escuchando su arte.
-¿Hay algún hijo preferido entre esos títulos?
-“Cuando uno graba unos cantos determinados todos son importantes y buenos; luego, cuando se escuchan fríamente entonces surge cuál es el que se prefiere, aquel que expresé mejor, el que lo dije bien…
…hay un taranto que habla de la gente de Almería que emigraba a otros países, aparte de la letra que considero importante, es totalmente distinto a todo tipo de tarantos… quizás me salió sin querer y yo diría que es uno de mis hijos predilectos.
TOMATITO, DAVID, ALFONSO Y MACHADO
Incuestionablemente Almería, esta tierra erosionada y árida donde la historia se pierde en los siglos uniendo culturas, es pródiga en arte. Actualmente tres grandes pisan sus calles con la fuerza de quién está en su propia cuna.
Dos de ellos vuelan por el mundo sin dejar de recordarla en toda oportunidad, el otro la mima con su canto desde sus mismos tablaos, es una trilogía actual de grandes de una música distinta, pero igualada en el sentimiento.
David Bisbal, José Fernández Torres, Tomatito y José Sorroche. O Tomatito, Sorroche y Bisbal, o Sorroche, Tomatito y Bisbal. No importa el orden, no importa el ritmo, importa el sentimiento que cada uno pone en su arte y ese, para uno y otro parece ser indisputable.
Y dentro de los otros muchos virtuosos, en la conversación que mantenemos con Sorroche no puede estar ajeno el autor de muchas de las letras que cantó y canta: el pastor-poeta o el poeta que hacía poesía mientras pastaba su rebaño, el desaparecido Alfonso López.
-“Alfonso no era culto pero su forma de escribir flamenco era única, porque escribir flamenco es distinto, no digo que sea mejor ni peor que otros estilos, son letrillas que no llegan a ser un soneto y que en tres, cuatro o cinco versos tienen que contar una historia y eso…, eso no lo puede hacer cualquiera, por culto que sea”.
Y casi sin darnos cuenta nos enfrascamos en el análisis y la imposible de comparar, comparación de la poesía de otros grandes.
-“Con todo el respeto para Manuel Machado que era un poeta culto que también escribía flamenco, tengo que decir que en poesía, como él lo hacía, es más difícil de cantar…”.
Las letras de Alfonso parecen sobrevolar nuestra charla –“… ‘Yo respeto a la retama – que está aquí en su amargura – las variables criaturas – unas veces son amargas – y otras veces son de azúcar…’, esa letra aparentemente es sencilla pero lo que encierra es mucho. Alfonso era un hombre que para el flamenco resultaba extraordinario; yo me identificaba mucho con él porque además éramos muy amigos y él sabía de mi vida y yo de la suya y entonces, cuando me presentaba algo escrito por él y me decía: ‘Pepe, esto es para ti’, realmente eso era para mi.”
UNA MÚSICA PURA
¿Entiende el público de otras culturas el flamenco? ¿Lo vive?
-“Vivirlo, seguro que en el momento que se le está brindando el espectáculo lo vive, siente lo que el artista le trasmite. En todo el mundo hay un público sensible y ese es el público que capta el flamenco aunque no lo entienda y yo diría que incluso, capta su esencia hasta más que el público de aquí.
El flamenco es una música pura, de las pocas músicas puras que existen hoy en el mundo y eso llama la atención”.
¿Cuál es tu fuente de inspiración?
“Las vivencias auténticas, sobre todo las de tipo social.
Como mucha gente de mi generación he vivido una época con situaciones que de alguna manera quisimos cantarlas y casi siempre tuvimos que disfrazarlas. Eso resulta difícil en el flamenco; no lo podías decir con claridad y entonces decías cosas para la gente que realmente entendía el flamenco…no era como canción de protesta sino que era la denuncia social de una realidad.
Yo me he inspirado siempre en la denuncia social, siempre fui una persona observadora, me fijaba mucho en las cosas…, veía a las personas sufrir y sufría y sentía que no tenía más remedio que escribirlas,… y luego, para las letras de amores me he inspirado en mi mujer”.
A nuestro lado Carmela va transformando su sonrisa en risa franca cuando al preguntar a nuestro entrevistado por la fecha de su casamiento le vemos dudar y buscar, casi con desesperación, la ayuda de su mujer que nos confirma que fue el dos de julio de 1966.
El artista que no se siente artista, es esposo y padre que se siente feliz de desempeñar este papel. Tiene dos hijas, Carmen y Lucía que como el padre gustan del flamenco.
Aunque actualmente no se dedica a bailar profesionalmente, Lucía es una bailaora consumada y juntos, padre e hija presentaron en el año 98, con mucho éxito el espectáculo ‘Tierra sin sombras’ en el que Sorroche extendió su actividad de cantaor a la de escenógrafo.
-“Realmente yo lo hice todo, aunque la coreografía era sencilla porque la coreografía flamenca es sencilla. Algunas letras (cantadas en el espectáculo) aludían a Federico (García Lorca) o al paisaje de Almería porque el espectáculo era una alegoría a esta tierra, una obra evidentemente almeriense y una experiencia que repetiría ¡claro que la repetiría!”
No quedan dudas que volver a trabajar con su hija le entusiasma, como lo hace el descubrir nuevos valores que dice, no buscar pero sí encontrar; tal como un día descubrió a un chaval que tocaba la guitarra como los dioses y decidió presentarlo al exigente público almeriense allá, por el invierno de 1972 en la peña El Taranto, acompañándolo con su guitarra con el nombre artístico de Pepín Fernández, nombre que dejaría con los años lugar al apodo con que universalmente se conoce a Tomatito.
-“Cuando hay un niño cuyo cante, baile o su música me llama la atención trato de ayudarle. Yo no puedo ser un mecenas, no puedo promocionarlo pero sí, buscar la gente adecuada que pueda ayudarle…”
¿Cómo descubriste a Tomatito?
-“Por entonces yo tenía una tienda y el chaval iba al comercio porque sabía que yo cantaba flamenco.
Tenía catorce años y tocaba la guitarra de maravilla. Yo no podía hacer nada por él salvo presentarlo a una peña importante de Almería… hice que lo conocieran y allí se quedaron encantados; después lo llevé a otra peña de amigos míos en Córdoba, la del Rincón del Cante y allí también el niño gustó a todo el mundo porque, repito, era una maravilla…”
¿Podemos decir que le abriste las puertas?
- “No considero que yo le abriera las puertas, el después se ha hecho por sí, ha llegado…; su padre era músico militar (Brigada) y fue trasladado a Málaga. Por entonces el niño ya era menos niño, tendría unos dieciséis años y allá se presentó en un tablao flamenco con la suerte de que Camarón iba a ese tablado y le escuchó tocar. A partir de ahí y gracias a Camarón se abrieron los caminos para el niño, pero yo lo único que podía hacer, lo que hice fue presentarlo en los sitios…” ¿idóneos?, preguntaríamos si nos diera una respuesta que en su humildad no quiere reconocer.
UNA MAGISTRAL LECCIÓN DE JONDO
En el Conservatorio de Danzas de Almería monta el cante al baile que a su vez montan las profesoras de baile.
-“A las niñas que concurren les gusta el flamenco pero la mayoría lo desconoce totalmente; de vez en cuando les hablo…, les explico: mira, vamos a cantar por tiento porque los tientos son tal… y tanto yo como los guitarristas les explicamos un poquito lo que es el cante y la verdad es que las chiquillas están muy interesadas, pero mi labor en el Conservatorio no es docente sino acompañar a las niñas para que bailen un flamenco con cante en vivo y con guitarra en vivo”.
Nos preguntamos si la juventud de esas alumnas les permitirá reconocer la valía de su acompañante… no es ello lo que nos interesa ahora; tenemos a nuestra disposición, solícito a ayudarnos a comprender el mundo del jondo, a uno de los mejores maestros que pudiéramos haber elegido.
Nos dice que el palo preferido por él, dentro del flamenco es la soleá y comenta la facilidad que tiene la gente joven que hoy pueden aprender a cantar flamenco desde su casa ya que casi todo lo cantado está grabado en discos pero, siempre todo pro tiene su contra y en este caso es la falta de vivencia; -“… la vivencia que se encuentra en el lugar.. para aprender los cantes de Málaga tienes que ir a Málaga y los cantes de
Cádiz… pues están en Cádiz… en cada tierra tienen un aire distinto, cada provincia tiene una forma de cantar… al disco le falta la vivencia in situ, el sitio preciso de los cantes…; el flamenco es sentimiento puro y nadie que no lo sienta puede cantar flamenco. Yo diría que es imposible…, puede cantar flamenco mucha gente pero se nota si realmente lo está sintiendo…”
La pregunta que hemos dejado casi para el final es la que todos los neófitos necesitamos se nos responda para introducirnos en este mundo de quejíos y peteneras, de fandangos y bulerías, ¿Qué es el ‘cante jondo’?
-“El cante jondo es eso.. todo.. es una soleá, una seguirilla, un tango, un fandango. Lo jondo quiere decir que te está llegando.. es cuando se te ponen los vellos de punta…”
¿Y qué es cantar por soleá?
-“El cante por soleá es el palo primordial del cante flamenco.
De la soleá vienen muchísimos cantes… están los tangos, las bulerías… una serie de cantes que están ahí pero que parten de la soleá. Está la ‘seguirilla’ y está la ‘soleá’ que podemos decir, son los dos palos importantes, pero la soleá es mucho más extensa, porque tiene más derivaciones. Es el cante más importante que hoy día tiene el flamenco.
¿Ha cambiado el flamenco en las últimas décadas?
-“EL flamenco no ha cambiado, lo que ha variado son sus vivencias”.
Háblanos del taranto.
-“Con el taranto me pasa algo curioso. Yo empecé a cantar imitando a los gitanos porque lo había escuchado en boca de los aficionados de Almería, pero empecé a cantarlo de una manera intuitiva y nunca me detuve, como por ejemplo con la soleá, a aprenderlo. La soleá procuré aprenderla… los tipos de soleá …, en cambio el taranto salía de una manera extraña.., rara…, y se ha notado. No yo, lo nota la gente porque por lo visto lo hago distinto a lo demás… de una forma intuitiva…”
He oído decir que el taranto es gemido, dolor de los mineros desde lo profundo de la mina ¿es esto leyenda o realidad?
-“El taranto, como todos los cantos es muy sentido. Este tipo de canto viene de un fandango, de un cante que no podemos considerar inferior sino folclórico, que adquiere una grandeza importante en torno de las minas… en el movimiento de los mineros. Es un cante que se hace sentido en ese entorno.
Seguramente habría algún minero que cantara taranto pero después fue hecho por artistas que se movían en ese entorno porque en el entorno minero se movía dinero y ¿qué pasaba con las minas donde había oro?... pufff, todo el mundo acudía y también los artistas.
Es un cante que ha nacido en ese entorno y por eso habla de minas, habla de mineros y habla de penumbras y es un cante sentido porque es una música muy auténtica”.
Hay quién dice que el flamenco tiene raíces religiosas, quizás morunas o indígenas ¿Cuál sería tu tesis?
-“Yo no descarto ninguna forma de llegada. Por supuesto dicen que la petenera es un cante que viene de alguna forma de la sinagoga judía cuando los judíos convivían con nosotros aquí, en Andalucía..., y dicen que hay algunos cantos religiosos judíos que se asemejan mucho a la petenera…; puede ser, yo no descarto absolutamente nada”.
-“En cuanto a música árabe está claro que si vivieron con nosotros seiscientos años, más años que los que estamos nosotros ahora mismo, lógicamente algo dejarían y después tuvimos la entrada de los gitanos en Andalucía…, no hablo de los gitanos de España sino de Andalucía que, lógicamente, el flamenco lo aprendieron aquí porque el gitano que venía de afuera no lo hacía cantando flamenco, lo aprendía en Andalucía”.
Blas Infante consideraba que los moriscos que huían legaron a los gitanos esa música… “No es extraño, ten en cuenta que tanto los gitanos como los moriscos eran perseguidos y quizás los gitanos se refugiaban con los moriscos para pasar desapercibidos y a la inversa… tenía que haber una fusión de música y de cosas”
La rueda de amigos comenzó a engrosar y mientras alguno se atrevía a mostrar sus artes de cantaor los niños aprendían que los artistas de más valía son personas sencillas que disfrutan de la amistad y del buen wisky. José Sorroche es uno de ellos.
Graciela Vera
Almería, el sur del norte, 20 de julio de 2004